domingo, 10 de octubre de 2010

El zar y la camisa

“EL ZAR Y LA CAMISA”
León Tolstoi.


Un zar, hallándose enfermo, dijo:
--¡Daré la mitad de mi reino a quien me cure!
Entonces todos los sabios se reunieron y celebraron una junta para curar al zar, mas no encontraron medio alguno.
Uno de ellos, sin embargo, declaró que era posible curar al zar. --Si sobre la tierra se encuentra un hombre feliz --dijo--, quítesele la camisa y que se la ponga el zar, con lo que éste será curado.
El zar hizo buscar en su reino a un hombre feliz. Los enviados del soberano se esparcieron por todo el reino, mas no pudieron descubrir a un hombre feliz. No encontraron un hombre contento con su suerte.
El uno era rico, pero estaba enfermo; el otro gozaba de salud, pero era pobre; aquél, rico y sano, quejábase de su mujer; éste de sus hijos; todos deseaban algo. Cierta noche, muy tarde, el hijo del zar, al pasar frente a una pobre choza, oyó que alguien exclamaba:
--Gracias a Dios he trabajado y he comido bien. ¿Qué me falta? El hijo del zar sintióse lleno de alegría; inmediatamente mandó que le llevaran la camisa de aquel hombre, a quien en cambio había de darse cuánto dinero exigiera. Los enviados presentáronse a toda prisa en la casa de aquel hombre para quitarle la camisa; pero el hombre feliz era tan pobre que no tenía camisa.

Ejercicio:
Contesta las siguientes preguntas:
1. ¿De qué trata la lectura?
2. ¿Qué relación tiene el título con el desarrollo de la historia?
3. ¿El lenguaje utilizado es adecuado? Justifica tu respuesta.
4. ¿Qué otro final le darías a la historia?
5. Menciona los valores que se manifiestan después de lo leído.


NOTA: ESTE EJERCICIO, CORRESPONDE A LA SEMANA DEL 16 AL 22 DE OCTUBRE DE 2010.

Leyenda de amor

LEYENDA DE AMOR

Hace ya miles de años, Iztaccíhuatl fue la princesa más parecida a una flor. Que de, la tribu de los viejos caciques del más gentil capitán se enamoro. El padre augustamente abrió los labios y díjole al capitán seductor que si tornaba un día con la cabeza del cacique enemigo clavada en su lanzón encontraría preparados, a un tiempo, el festín del triunfo y el lecho de su amor. Y Popocatépetl fuese a la guerra con esa esperanza en el corazón: domo las rebeldías de las selvas obstinadas, el motín de los riscos, contra su paso vencedor, la osadía desempeñada de los torrentes, la asechanza de los pantanos en traición; y contra cientos y cientos de soldados por años de años combatió.
Al fin torno a la tribu y la cabeza del cacique enemigo en su lanzón sangraba. Hallo el festín de su triunfo preparado pero no así el lecho de su amor en vez de lecho, encontró el túmulo en que su novia dormida bajo el sol, esperaba en su frente el póstumo beso de la boca que nunca en su vida la beso.
Y Popocatépetl quebró en su rodilla el haz de las flechas; y, en una sorda voz, conjuro las sombras de sus antepasados, contra las crueldades de su imposible dios.
En la vida suya, muy suya porque contra la muerte la gano, tenía la riqueza, el poderío, pero no-tenía el amor... Entonces hizo que 20 mil esclavos alzaran un gran túmulo ante el sol; amontono diez cumbres en una escalinata como de alucinación; tomo en sus brazos a la mujer amada, y el mismo sobre el túmulo la coloco, luego encendió una antorcha y, para siempre, quedose en pie alumbrando el sarcófago de su dolor.
Duerme en paz Iztaccíhuatl; nunca los tiempos borraran los perfiles de tu expresión. Vela en paz, Popocatépetl; nunca los huracanes apagaran la antorcha eterna como el amor.


Ejercicio:
Realiza una reseña sobre la lectura.

domingo, 3 de octubre de 2010

Lectura "Amor indio, el águila y el halcón"

Traducción: Fedro Guillén.

AMOR INDIO EL ÁGUILA Y EL HALCÓN

Cuenta una vieja leyenda de los indios Sioux que una vez llegaron hasta la tienda del viejo brujo de la tribu, tomados de la mano, Toro Bravo, el más valiente y honorable de los jóvenes guerreros, y Nube Azul la hija del cacique y una de las más hermosas mujeres de la tribu.
- Nos amamos – empezó el joven
- Y nos vamos a casar – dijo ella
- Y nos queremos tanto que tenemos miedo. Queremos un hechizo, un conjuro, un talismán. Algo que nos garantice que podremos estar siempre juntos. Que nos asegure que estaremos uno al lado del otro hasta encontrar a Manitú el día de la muerte.
- Por favor – repitieron – ¿hay algo que podamos hacer?
El viejo los miró y se emocionó de verlos tan jóvenes, tan enamorados, tan anhelantes esperando su palabra.
- Hay algo…- dijo el viejo después de una larga pausa – Pero no sé…es una tarea muy difícil y sacrificada.
- No importa – dijeron los dos – Lo que sea – ratificó Toro Bravo
- Bien – dijo el brujo – Nube Alta, ¿ves el monte al norte de nuestra aldea? Deberás escalarlo sola y sin más armas que una red y tus manos, y deberás cazar el halcón más hermoso y vigoroso del monte. Si lo atrapas, deberás traerlo aquí con vida el tercer día después de la luna llena. ¿Comprendiste?
La joven asintió en silencio.
- Y tú, Toro Bravo – siguió el brujo – deberás escalar la montaña del trueno; cuando llegues a la cima, encontrarás la más brava de todas las águilas y, solamente con tus manos y una red, deberás atraparla sin heridas y traerla ante mí, viva, el mismo día en que vendrá Nube Alta…salgan ahora!.
Los jóvenes se miraron con ternura y después de una fugaz sonrisa salieron a cumplir la misión encomendada, ella hacia el norte, él hacia el sur….
El día establecido, frente a la tienda del brujo, los dos jóvenes esperaban con sendas bolsas de tela que contenían las aves solicitadas.
El viejo les pidió que con mucho cuidado las sacaran de las bolsas. Los jóvenes lo hicieron y expusieron ante la aprobación del viejo las aves cazadas.
Eran verdaderamente hermosos ejemplares, sin duda lo mejor de su estirpe.
- ¿Volaban alto?- preguntó el brujo
- Si, sin dudas. Como lo pediste… ¿y ahora? -preguntó el joven- ¿los mataremos y beberemos el honor de su sangre?
- No – dijo el viejo
- Los cocinaremos y comeremos el valor en su carne – propuso la joven.
- No – repitió el viejo. Harán lo que les digo: Tomen las aves y átenlas entre sí por las patas con estas tiras de cuero…Cuando las hayan anudado, suéltenlas y que vuelen libres.
El guerrero y la joven hicieron lo que se les pedía y soltaron los pájaros. El águila y el halcón intentaron levantar vuelo pero solo consiguieron revolcarse en el piso.
Unos minutos después, irritadas por la incapacidad, las aves arremetieron a picotazos entre si hasta lastimarse.

NOTA:
Ejercicio:
Hacer una comparación, proporcionando argumentos.